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MUSEO DE BELLAS ARTES, ENTRE LAS GRANDES PINOTECAS ESPAÑOLAS (II)

La pasada semana comenzamos un recorrido por una de las grandes pinacotecas que existen en España, el Museo de Bellas Artes de Sevilla, ciudad donde podemos alojarnos en un apartamento turístico en el casco histórico. Tras conocer un poco su historia y los hechos que llevaron a que se encuentre ubicado en el que fuera convento de la Merced, nos colamos en su interior para, a través del periodo que va desde el arte medieval al Naturalismo, recorrer las cuatro primeras salas y encontrarnos con artistas como El Greco, Luis de Vargas, Francisco Pacheco y obras de juventud de Alonso Cano y Diego Velázquez. También con cuadros tan interesantes como -Santa Ana enseñando a leer a la Virgen-, de Juan de Roelas.

Nuestro paseo desde nuestro apartamento turístico en Sevilla arranca hoy por las obras que agruparemos bajo el título de -El paisaje-. Un género pictórico que, aunque alcanza su independencia en el siglo XIX, ya en el siglo XV tiene sus primeras muestras cuando empiezan a aparecer fondos de naturaleza en la pintura sevillana como un pretexto para ubicar las figuras, siempre al servicio de la temática religiosa. Como ejemplo contamos con el -Tríptico del Calvario-, del círculo de Juan Sánchez San Román, en el que el fondo paisajístico está pintado de manera minuciosa. Del siglo XVI existe una interesante colección de pinturas sevillanas y de artistas de Flandes. Destacamos aquí, ubicado en la sala 4, el cuadro -Retrato de Cristóbal Suárez de Ribera-, de Velázquez, en el que el paisaje se llena de simbolismo con la presencia de unos cipreses que podrían servir para recordar que el cuadro se encargó una vez fallecido el protagonista.

El arte del siglo XIX supone una ruptura casi total respecto a la obra producido en los siglos anteriores al producirse un abandono casi total de las temáticas religiosas, que dejan paso a géneros más relacionados con la historia, el retrato, el paisaje o el costumbrismo. Desde el Romanticismo, el retrato lo invade casi todo, una vez que la nueva burguesía surgida de la transformación económica que sufre España quiere perpetuarse de la mano de los mejores artistas. Es en esta época también cuando el paisaje adquiere su propia independencia como género, teniendo a Manuel Barrón como máximo exponente del paisaje romántico andaluz. Otros asuntos que aparecen en algunas de las obras que alberga el Museo de Bellas Artes, a no más de 15 minutos a pie desde nuestro apartamento de lujo en Sevilla, son la historia, el orientalismo y el costumbrismo de tipos populares y escenas de la vida cotidiana.

Saltamos ahora a los maestros del Barroco, núcleo esencial de la colección que atesora el museo con los grandes maestros de la pintura sevillana del siglo XVII. En las salas 4, 5 (ubicada en la antigua iglesia del convento), 8 y 10 se exponen obras de Juan del Castillo y de su discípulo Bartolomé Esteban Murillo, Juan de Valdés Leal, Alonso Vázquez, Juan de Uceda, Juan de Roelas, Francisco de Zurbarán, la personalidad artística dominante en el segundo tercio del siglo, y Francisco Herrera el Viejo. Se trata de composiciones monumentales que ensalzan a los más importantes santos del catolicismo. En la sala 5 se contempla el conjunto pictórico que Murillo realizó para la iglesia del Convento de Capuchinos de Sevilla y su monumental Inmaculada; en la sala 10, espléndidos testimonios de varios de los ciclos monásticos de Zurbarán, con su maestría en el tratamiento de las figuras aisladas; y en la sala 8, la obra del tercer gran artista del barroco sevillano, Juan de Valdés Leal, con sus series de san Jerónimo y san Ignacio de Loyola.

Aunque no alcanza en número de obras a la pintura, el museo también cuenta con piezas escultóricas de gran calidad que nos permiten viajar por esta técnica en el arte sevillano desde finales del siglo XV a comienzos del siglo XX. En la sala 1 encontramos piezas de Mercadante de Bretaña, quien llegó a Sevilla a mediados del siglo XV para trabajar en las obras de la catedral, y de su discípulo sevillano Pedro Millán. Con una obra plenamente renacentista, también destacan los trabajos de Pietro Torrigiano. Su obra -San Jerónimo penitente- sirvió de modelo para la realizada por el escultor más importante del barroco sevillano, Juan Martínez Montañés, quien talló en madera el -Santo Domingo de Guzmán-. En la sala 10, por su parte, se exponen los trabajos que su discípulo Juan de Mesa hizo para la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla. La escultura barroca se completa con obras del granadino Pedro de Mena.

Otro de los grandes atractivos que tiene el Museo de Bellas Artes, muy cerca de nuestro apartamento turístico con encanto en Sevilla, es el propio edificio en el que se encuentra ubicado, el antiguo convento de la Merced Calzada. Articulado en torno a tres patios: el del Aljibe, el de los Bojes y el Claustro Mayor. Y entre ellos, articulando el edificio, la gran escalera. Y, finalmente, la iglesia, sobria desde un punto de vista arquitectónico, pero de grandes proporciones que cuenta con planta de cruz latina y con una interesante decoración pictórica en las bóvedas, la cúpula, los entablamentos y las pilastras. Al entrar al museo deberemos prestar atención a los paneles cerámicos de los muros, procedentes de las fachadas-retablo de los conventos sevillanos afectados por la desamortización. Sus estilos varían desde el alicatado de tradición hispanomusulmana a la mayólica con motivos renacentistas y a los paneles barrocos con escenas religiosas.

Haremos ahora un repaso por algunas de las obras que no podemos perdernos cuando visitemos este museo sevillano: las esculturas -Llanto sobre Cristo muerto-, de Pedro Millán; -San Jerónimo penitente-, de Pietro Torrigiano; y el -Santo Domingo de Guzmán-, de Martínez Montañés; las pinturas -Calvario’, de Lucas Cranach ‘el viejo-; ‘San Gregorio Magno-, -La Virgen de las Cuevas- y -La apoteosis de Santo Tomás de Aquino-, de Zurbarán; -Santo Tomás de Villanueva dando limosna-, -Santas Justa y Rufina-, -Virgen con el Niño o Virgen de la Servilleta- y -Inmaculada Concepción (La Colosal)-, de Bartolomé Esteban Murillo; -Retrato de Jorge Manuel Theotocopouli-, de El Greco; -Retrato de Cristóbal Suárez de Ribera-, de Diego Velázquez; -Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer-, de su hermano Valeriano Domínguez Bécquer; -La Anunciación’, de Alejo Fernández; -Las Cigarreras-, de Gonzalo de Bilbao; -La muerte del maestro-, de José Villegas Cordero; y -Sevilla en fiestas-, de Gustavo Bacarisas.

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