Expo

Paseo arquitectónico por la exposición iberoamericana de 1929 (I)

Sevilla es historia. Lo fue como capital del mundo en tiempos del descubrimiento de América, una vez que se convirtió en el puerto de llegada, a través de un río Guadalquivir navegable, en punto de llegada de los barcos que venían de las Indias cargados de oro y de las muchas maravillas allí descubiertas por los aventureros españoles. Fueron tiempos de esplendor que, con la paulatina pérdida del Imperio, fue decayendo. Pero esa América descubierta por Cristóbal Colón volvería a cruzarse en el devenir de esta ciudad, donde podemos alojarnos en unos apartamentos turísticos con encanto en pleno centro urbano. Lo haría a finales de la segunda década del siglo XX, en concreto en 1929, con la celebración de la Exposición Iberoamericana. Hoy comenzamos un recorrido por los importantes vestigios de aquella época que aún se conservan en la capital de Andalucía

Una exposición que dejó un importantísimo legado patrimonial en la capital de Andalucía. Nuestro paseo discurrirá en el entorno de uno de los grandes emblemas de Sevilla, donde podemos alojarnos en un apartamento turístico para toda la familia, el Parque de María Luisa. Este pulmón urbano alberga algunos de los singulares y artísticos edificios con los que los países participantes se presentaron en aquella convocatoria con marcado acento español, aunque también se abrió la puerta a la participación de Estados Unidos, Portugal, Brasil, el Protectorado de Marruecos y Guinea Ecuatorial. La cita fue en 1929, pero los preparativos comenzaron muchos años antes.

En 1910, el Comité organizador convocó un concurso para elegir al arquitecto que se encargaría de las obras. El elegido, entre una terna de tres, fue el sevillano Aníbal González. Su proyecto dividía el recinto en cinco zonas: pabellones de Bellas Artes y de Artes Decorativas, pabellones de los estados americanos, pabellones de las regiones españolas, pabellones sevillanos y un parque de atracciones. El proyecto, con el paso de los meses, sufriría algunos retoques, el más importante quizás el traslado del Pabellón Real al Huerto de la Mariana, donde ya había planificado otros dos pabellones. Esta zona se conoce hoy como Plaza de América y es una de las más visitadas el Parque de María Luisa.

La muestra estaba prevista para 1914. Luego se retrasaría a 1916, 1921, 1923 y 1924. Y acabaría celebrándose en 1929. Pero dejemos el pasado y viajemos al presente para visitar algunos de los importantes vestigios que aún quedan en Sevilla, ciudad donde reservar un alojamiento turístico con encanto, de aquella cita. Todo giraría alrededor de los jardines del Palacio de San Telmo, un vergel natural, aunque por aquel entonces muy poco cuidado, que la Infanta María Luisa de Borbón había cedido a Sevilla en 1893.

La Plaza de España, uno de los símbolos indiscutibles en la actualidad de la capital de Andalucía, fue el corazón y auténtico símbolo de la muestra. Aunque su fisonomía actual tiene poco que ver con el proyecto inicial de Aníbal González. Este ideó un espacio elíptico y no un espacio abierto de forma semicircular como quedaría dispuesto en 1925. Un año más tarde, ya con Pedro Sánchez Núñez como arquitecto se añadirían los famosos bancos de las provincias. Hoy en día es, con sus 50.000 metros cuadrados y sus 170 metros de diámetro, uno de los epicentros turísticos de Sevilla y punto de encuentro de muchos sevillanos. Su belleza ha permitido que se haya convertido con el tiempo en un gran plató de rodaje, siendo escenario de películas como --Star Wars-, -Lawrence de Arabia-, -El viento y el león- o -El dictador-.

De gran belleza es también la Plaza de América, conocida popularmente como plaza de las palomas, levantada en la zona sur del Parque y que se comunica con la Plaza de España a través de la avenida de Isabel la Católica. Cuenta con jardines y algunas fuentes rematadas por esculturas de las Victorias aladas y es sede del Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, instalado en el que fue el Pabellón de la Industrias, Manufacturas y Artes Decorativas o simplemente Pabellón de Arte Antiguo, un edificio que destaca por su fachada con dos torres y su estilo mudéjar andaluz.

Al otro lado de la plaza está el Pabellón de las Artes, de estilo renacentista y que hoy acoge el Museo Arqueológico Provincial. En el extremo este se ubica el Pabellón Real, edificio de estilo gótico isabelino construido sobre una planta con forma de cruz griega que fue proyectado para albergar las colecciones artísticas de la Casa Real durante la Exposición. La Plaza cuenta además con varias glorietas plenas de olores y colores, entre las que destacan la de la Virgen de los Reyes y las dedicadas a Rodríguez Marín y a Cervantes, en cuyos bancos de azulejos se reproducen escenas del Quijote. Abandonamos el lugar en dirección a la Plaza de España y nos encontramos con el Pabellón Domecq, que perteneció a la empresa de vinos de Jerez. Un edificio con forma octogonal y que mezcla estilos como el gótico, el barroco y el manierista que hoy es sede de las Juventudes Musicales.

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