Calle sierpes

Sierpes, calle ligada a la historia comercial de Sevilla

Decir Sierpes es decir Sevilla. Y es que pocas calles están tan estrechamente vinculadas a la historia de una ciudad y a la vida de quienes la habitan. “Me da igual cantar en Sierpes que en la Plaza Nueva, pasear por esas callecitas tan estrechas, quiero ser un vagabundo más tapado por estrellas que alumbran mi ciudad”, dice la canción ‘Sevilla’, de Arturo Pareja Obregón. Y es que esta es una de las más tradicionales y concurridas calles comerciales de la ciudad. Aunque no siempre fue así, ya que en el Siglo de Oro era un entorno de gente de mal vivir y mucho antes fue un brazo del río Guadalquivir que llegaba hasta la Alameda de Hércules.

Hoy ha perdido algo del vigor que tuvo tiempos atrás, superada en su aspecto comercial por la paralela calle Tetuán, donde se asientan establecimientos de las más reconocidas marcas de, sobre todo, ropa y calzado. Sierpes, sin embargo, sigue siendo un lugar emblemático de la singular historia de la ciudad y por todos sus rincones pueden verse placas y azulejos que recuerdan que en este edificio residió la Hermandad del Gran Poder, que en este otro se ubicó la Cárcel Real, que en aquel otro estuvo el Jardín Botánico Medicinal de Nicolás Monardes Alfaro, primer europeo en estudiar las plantas que comenzaban a llegar de América, o que su nombre (antes fue calle de la sierpe) aparece varias veces en las obras de Miguel de Cervantes.

La calle desemboca en la plaza de la Campana, testigo mudo de prisas, encuentros, esperas y tropezones. Conocida mundialmente por ser el inicio de la Carrera Oficial durante la Semana Santa sevillana es, quizás, el centro neurálgico oficioso de la ciudad y un lugar en el que encontrar un apartamento turístico con encanto en el que poder alojarnos durante los días que visitamos Sevilla. El escritor Cristóbal de Chaves la calificó en el siglo XVI como “el lugar más público de Sevilla” y en el siglo XIX el viajero francés Antaine de Latour habló de ella como la “Puerta del Sol” sevillana. Dicen que su nombre proviene de que allí se encontraba el almacén donde el Ayuntamiento guardaba los pertrechos para luchar contra los incendios, contando con una campana que se tocaba en los casos de urgencia para convocar a los operarios y al pueblo.

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