Hueznar

Verano refrescante en las cascadas del Huéznar y la ‘playa de Sevilla’

Sevilla y Andalucía son en verano sinónimo de calor. De mucho calor. Pero que nadie se asuste. Es posible visitar Sevilla, alojándose en un apartamento turístico para toda la familia, en esta época del año. Existen un buen número de planes refrescantes para disfrutar de unos días de ocio y descanso sin que las altas temperaturas sean un impedimento. Esta semana vamos a proponer una visita a las cascadas del río Huéznar, en el pueblo de San Nicolás del Puerto, en pleno corazón del Parque Natural Sierra Norte de Sevilla.

Se trata de un espacio de belleza singular, declarado Monumento Natural en 2001, que logrará que los amantes de la naturaleza se lleven un recuerdo imborrable. El nacimiento del río está a la salida de la localidad serrana en dirección a Constantina, en el paraje conocido como el Venero o Borbollón. Allí, entre una densa vegetación de ribera conformada por chopos, sauces, alisos y olmos, puede verse el brotar de las aguas del que quizás sea el manantial más caudaloso de la provincia. La visita a San Nicolás del Puerto puede ser de ida y vuelta para así poder salir también a tomar algunas tapas por Sevilla antes de regresar a nuestro alojamiento en pleno centro de la ciudad.

Afluente del río Guadalquivir, uno de los espacios que debemos descubrir cuando visitemos Sevilla y nos alojemos en un apartamento turístico con encanto, el río Huéznar tiene una longitud de unos 65 kilómetros antes de desembocar a la altura de Villanueva del Río y Minas. Nuestro recorrido partirá desde el área recreativa de El Martinete y pasará por las Cascadas (la más alta puede tener unos 15 metros de caída) antes de regresar al pueblo en la que es una ruta circular por la Vía Verde.

Las Cascadas del Huéznar son una serie de caídas de agua y pozas en distintos niveles que se convierten en un maravilloso espectáculo visual y sonoro. De un verdor exuberante, podría resultar tentador darse un baño en sus aguas, pero es algo que está prohibido desde que fuera declarado Monumento Natural en 2001, además de porque puede llegar a ser peligroso. Uno de los espacios más visitados es la formación natural de los travertinos, una especie de toboganes y cortinas que con el paso de los años han modelado la roca caliza hasta convertirlo en un paraje único de extraordinaria belleza.

El Huéznar nos ofrece toda su belleza y la posibilidad de disfrutar del área recreativa de El Martinete, aunque será el río Galindón el que nos permita darnos un refrescante chapuzón. Y es que sus aguas convierten a San Nicolás del Puerto con la llegada del verano en la ‘playa de Sevilla’. Funciona mediante un sistema de compuertas que regula el cauce del río y que se sitúan cerca del puente romano. Dispone de escaleras para entrar en el agua, acceso para personas con discapacidad, duchas, merenderos, aseos y diferentes establecimientos de restauración. Cuenta también con un espacio de arena donde jugar al vóley o al fútbol playa y con varios parterres de césped.

Aprovechando nuestro viaje a San Nicolás del Puerto desde Sevilla, donde contamos para alojarnos con unos apartamentos turísticos con encanto en el centro de la ciudad, debemos acercarnos a conocer el Cerro del Hierro, un monumento natural donde la erosión y la minería del hierro (abandonada ya en 1978) han modelado un paisaje sobrenatural y espectacular. Se trata de un espacio nombrado Monumento Natural por su belleza y singularidad y que no es otra cosa que una formación geológica con millones de años de historia, lo que lo convierte en un paisaje kárstico único en el mundo. Allí podemos visitar el Centro de Interpretación y Recepción de Visitantes, realizar el sendero del Cerro del Hierro, de escasa dificultad y, por tanto, apto para toda la familia, o conocer la iglesia anglicana construida por la compañía escocesa que explotó el yacimiento minero.

Y finalmente, también merecen una visita el antiguo puente romano sobre el río Galindón, la iglesia de San Sebastián y San Diego, de estilo mudéjar; la ermita de San Diego, construida en el siglo XV; la casa natal de San Diego, una vivienda de dos plantas y unos 250 metros cuadrados; y el Crucero de Piedra, una cruz labrada en piedra sobre una columna realizada entre 1575 y 1599, cuando el municipio formaba parte del Reino de Sevilla.

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