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ÉCIJA NOS ABRE LAS PUERTAS DE SUS SUNTUOSOS E IMPONENTES PALACIOS (I)

Hace algunas semanas iniciamos un recorrido por una localidad con un rico e interesante patrimonio histórico-artístico en la provincia de Sevilla, considerado uno de los más importantes del sur de España. Conocimos entonces un pasado, el de Écija, que se remonta al siglo VIII antes de nuestra era y que tuvo su mayor esplendor en el siglo XVIII, conocido como ‘El Siglo de Oro ecijano’. Nos acercamos hasta allí desde nuestro apartamento turístico en Sevilla para descubrir su riqueza arqueológica a través del Museo Histórico municipal y por los restos aún visibles de la antigua ciudad romana en la Plaza de España. Prolífica es su arquitectura religiosa, con abundantes iglesias y conventos.

Estar alojados en un apartamento en el centro de Sevilla nos permite visitar dando un corto y agradable paseo el triángulo declarado Patrimonio de la Humanidad que forman la catedral, templo gótico más grande del mundo al que siempre acompaña la sombra de su Giralda; el Alcázar, palacio real en uso más antiguo de Europa que cuenta con unas estancias deslumbrantes y unos jardines que albergan especies vegetales llegadas de los cinco continentes; y el Archivo de Indias, memoria viva de las posesiones españolas de ultramar durante varios siglos.

No muy lejos están también la Torre del Oro, contemplando siempre su reflejo en las aguas del río Guadalquivir; el Parque de María Luisa, verde antesala de la Plaza de España, símbolo de la Exposición Iberoamericana de 1929 y obra del arquitecto Aníbal González; o el barrio de Santa Cruz, antigua judería de la ciudad y uno de los espacios con más encanto para el paseo. Finalmente, podemos cruzar a la otra orilla para dejarnos atrapar por el embrujo de Triana, barrio artístico y marinero por excelencia de la ciudad. Y para que el paseo no se nos haga demasiado duro antes de regresar a nuestro apartamento para toda la familia en Sevilla, nada mejor que degustar una tapas típicas de la capital de Andalucía.

Nos desplazamos ahora desde nuestro alojamiento en Sevilla hasta la localidad de Écija, un trayecto en coche de poco más de una hora. Nuestro ruta por el esplendor de esta villa arranca en el Palacio de Benamejí, una de las obras fundamentales de la arquitectura civil barroca en Andalucía. Construido en el primer tercio del siglo XVIII por orden de los marqueses que le dan nombre, fue cuartel durante la ocupación de las tropas de Napoleón antes de pasar a ser propiedad de los condes de Valverde y ser adquirido en 1906 por el Ayuntamiento.

En la actualidad alberga el Museo Histórico Municipal. Destacan de su conjunto, la fachada principal, realizada en ladrillo; el apeadero; el patio, de planta cuadrada y doble galería porticada, con fuente de piedra en el centro; la escalera principal, de estilo imperial, cubierta con bóveda de media naranja sobre pechinas; las caballerizas, el oratorio y los salones, además de las dependencias nobles.

Siguiente destino el conocido como los ‘balcones largos’, el Palacio de Peñaflor, levantado entre 1700 y 1775 y residencia de la familia que le da nombre hasta 1958. Su fachada en curva, con más de 60 metros de longitud, que se ajusta al trazado de la calle es una de sus mayores peculiaridades. Está pintada con trazos que simulan elementos arquitectónicos, falsos ventanales y figuras que decoran los balcones corridos. El acceso se lleva a cabo a través de una monumental portada barroca labrada en piedra. A los lados tiene columnas dóricas y sobre ella, el escudo familiar. Cuenta en el interior con una magnífica escalera ricamente decorada con yeserías y con varios patios, destacando el principal, de doble arquería sostenida por columnas de mármol, rematadas por capiteles.

Frente a este se encuentra el Palacio de los Condes de Valdehermoso de Cárdenas y de Torres Cabrera, un edificio privado que solo puede contemplarse en su parte exterior antes de regresar a nuestro alojamiento en el casco histórico de Sevilla. Fue mandado construir alrededor de 1530 por los marqueses de Fuentes y Villaseca en el siglo XVI siguiendo los patrones arquitectónicos y artísticos imperantes en el Renacimiento.

Su portada, que se aloja en el interior de un formidable arco de medio punto, es el mejor ejemplo del Plateresco en Écija. En el segundo cuerpo un gran balcón flanqueado con dos esculturas alegóricas y rematada por un frontón triangular labrado. La parte superior cuenta con galería abierta de arcos de medio punto sobre columnas. En el interior posee una espectacular escalera de acceso a la planta superior en la que destaca su suntuosa decoración de yeserías. En el tramo de descanso es muy interesante el retablo de la Virgen del Valle.

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