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EL CASTILLO DE SAN JORGE, CÁRCEL PARA LOS CONDENADOS POR LA INQUISICIÓN (I)

A la vera del Guadalquivir, en la orilla de Triana, barrio por excelencia de marineros y artistas, se hallan los vestigios del que fuera el mayor castillo de Sevilla, el Castillo de San Jorge. Sus orígenes se remontan a la época visigoda, siendo su función meramente defensiva. La llegada de los musulmanes a la Península provocó que la construcción adquiriera mayor prestancia defensiva y lograse comunicarse con la otra orilla del río, la de Isbiliya, a través de un puente flotante sobre barcas unidas por cadenas. En aquellos tiempos, según los estudios elaborados hasta el momento, se sabe que este emplazamiento contaba para su defensa con diez torres, un foso y una barbacana. El problema es que al estar tan cerca del río, las crecidas de este lo inundaban con cierta asiduidad.

La pasada semana iniciamos desde nuestro apartamento turístico bien situado en Sevilla un recorrido por dos de los puntos vitales de la historia de la Santa Inquisición en Sevilla. Aquí tuvo su alumbramiento, más en concreto entre las paredes del antiguo convento de San Pablo, convertido hoy en la interesante y poco conocida iglesia de la Magdalena, donde tuvo su primera sede, por orden de los Reyes Católicos influidos por las acusaciones de prácticas judaizantes entre los conversos de la zona vertidas por el prior del propio convento, por el arzobispo de Sevilla y por el monje dominico Fray Tomás de Torquemada.

Nuestro primer destino fue, por ese motivo, la iglesia de la Magdalena, no sin antes, dada la cercanía a nuestro alojamiento en Sevilla, darnos una vuelta por ese escenario mágico que forman, y que está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la catedral gótica más grande del mundo y ese estilizado y hermoso campanario que un día fuera alminar musulmán y que todos conocemos como Giralda; el Alcázar, palacio real en uso más antiguo de Europa que deslumbra por sus encantadores salones y por unos jardines que albergan más de 190 especies vegetales de los cinco continentes; y el Archivo de Indias, en cuyas estanterías se guarda la memoria escrita de las posesiones españolas de ultramar.

Antes de adentrarnos en los restos arqueológicos del Castillo de San Jorge, convertido hoy en un museo que nos recuerda el horror de aquellos tiempos, podemos recorrer el conocido como ‘callejón de la Inquisición’. Un nombre que proviene del hecho de que por ese suelo caminaron, en la Triana del siglo XV, aquellas personas que eran condenadas a morir en la hoguera en unos autos de fe que se llevaban a cabo en la otra orilla del Guadalquivir, en la gradas de la catedral, junto a la plaza de San Francisco, muy cerca del lugar donde hoy se halla nuestro apartamento en el centro de Sevilla. También aquellos, en dirección contraria, que, tras ser juzgados y condenados, iban a parar a las mazmorras del Castillo de San Jorge para ser sometidos a horribles torturas. Es esta una calle levemente inclinada que no medirá más de 30 metros y que une lo que el actual Paseo de Nuestra Señora de la O, que nos permite caminar junto al río, con la conocida calle de Castilla.

Nos desplazamos desde nuestro cómodo alojamiento en Sevilla hasta el barrio de Triana cruzando el puente del mismo nombre para encontrarnos con un castillo que con el paso de los siglos fue perdiendo su importancia defensiva y que en 1481 se convierte en cárcel de la Inquisición española. En 1626 es abandonado por el Santo Oficio y pasa a poder del Conde Duque de Olivares, aunque volvería a su antigua función solo unos años después, en 1639, siendo ya de la Inquisición hasta su marcha definitiva en 1785. En la actualidad, el solar donde estuvo ubicado es compartido por el museo, un centro de interpretación de los vestigios que aún se conservan de la antigua fortaleza y de la represión religiosa que significó el Santo Oficio en aquellas cárceles inhumanas, y por el Mercado de Triana, un espacio en el que disfrutar de la rica y variada gastronomías sevillana y su reconocido tapeo. La próxima semana nos adentraremos en los restos arqueológicos de este castillo-cárcel.

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