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LA REAL PARROQUIA DE LA MAGDALENA, UN GRAN TESORO ESCONDIDO

Sevilla tiene monumentos grandiosos. La catedral gótica más grande del mundo y su inigualable Giralda, un Alcázar que ha sido morada de los Reyes durante siglos, un Archivo de Indias que conserva la mayor colección de documentos sobre el descubrimiento de América, una Plaza de España y un Parque de María Luisa que dieron esplendor a la Exposición Iberoamericana de 1929, una Torre del Oro que ve pasar las aguas del río Guadalquivir en su camino hacia Sanlúcar de Barrameda, una Fábrica de Tabacos que ahora es sede de la Universidad de Sevilla y de donde surgió el mito de la Carmen de Bizet… Pero Sevilla, donde podemos disfrutar de unos apartamentos turísticos en el centro histórico, cuenta también con tesoros escondidos que merece mucho la pena descubrir.

Esta semana vamos a conocer la Real Parroquia de Santa María Magdalena, ubicada en la calle San Pablo y que ocupa la que fuera iglesia del antiguo convento dominico de San Pablo el Real, único vestigio que se conserva de este inmueble religioso. Declarada Bien de Interés Cultural en 1970, su origen se remonta a los tiempos del reinado de Fernando III el Santo, en pleno proceso de la Reconquista, y debió erigirse, según todos los indicios existentes, sobre una vieja mezquita.

Un templo que se reconstruiría en tiempos del rey Pedro I siguiendo el estilo gótico-mudéjar para reparar los daños causados por el terremoto que sacudió Sevilla, ciudad donde encontraremos apartamentos turísticos para toda la familia, en el año 1356. Un seísmo que provocó también la caída de las cuatro grandes bolas de bronce que coronaban la torre alminar de la mezquita mayor, la actual Giralda, siendo sustituida por una espadaña con una campana. Será en el siglo XVI cuando se le añadió un cuerpo completo de campanas con el remate del Giraldillo, imagen que conserva en la actualidad.

En 1691 se hunde buena parte de la iglesia de la Magdalena y su reconstrucción se encarga al más afamado arquitecto de la Sevilla de aquel tiempo, Leonardo de Figueroa. Su consagración, lo que habla de la magnitud de la obra, se produciría 32 años después. La grandiosidad del templo, considerado en su época el mayor de Andalucía, habla de momentos de esplendor en la comunidad de los dominicos, vinculada a la Santa Inquisición. En el convento de San Pablo se asentó en 1481 el tribunal de la Santa Inquisición y allí se formaron muchos de los predicadores que llevaron el mensaje cristiano al Nuevo Mundo, entre ellos Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566). Durante la invasión francesa fue saqueado por las tropas napoleónicas, que lo utilizaron como cuartel.

El templo, que presenta planta de cruz latina, cuenta con tres naves longitudinales, siendo la central más alta y ancha que las laterales y estando dividida en cinco tramos, y una transversal. En el exterior cuenta con una hermosa cúpula y una gran espadaña y presenta dos puertas barrocas, la puerta central, en la calle Cristo del Calvario, presidida por la imagen de Santo Tomás de Aquino y adornada con un azulejo de la Virgen del Amparo; y la lateral, en la calle San Pablo, flanqueada por el escudo de la orden dominica y el busto de San Fernando.

El pasillo central del templo, bajo la atenta mirada de los apóstoles pintados de cuerpo entero en las columnas, nos lleva hasta el altar mayor, donde destaca un impresionante retablo barroco del siglo XVIII atribuido a Leonardo de Figueroa (1654-1730) y a Pedro Duque Cornejo (1678-1757). Con más de 160 metros cuadrados es el segundo más importante de la diócesis por su calidad y tamaño (solo superado por el de la catedral), y está elaborado en madera policromada en oro. Conjuga en sus esculturas las iconografías de San Pablo, la orden de los dominicos (representada por los santos Francisco, Domingo de Guzmán, Pío V y Benedicto XII) y Santa María Magdalena.

Uno de los pasillos laterales, el de la izquierda según se mira al altar mayor, nos lleva a la capilla de la Virgen del Amparo, obra de Roque Balduque (1500-1561) a mediados del siglo XVI y la imagen más querida por los fieles desde que en 1811 este templo se convirtió en parroquia.

En la zona derecha se encuentran la Capilla Sacramental, donde puede contemplarse una hermosísima Custodia de plata de tres cuerpos sostenidos por más de 20 columnas salomónicas y dos obras del gran maestro Francisco de Zurbarán (1598-1664), una que representa la visión de Santo Domingo en Soriano y la curación milagrosa del beato Reginaldo de Orleáns; y la capilla de la Hermandad del Calvario, presidida por el Crucificado de Francisco de Ocampo (1579-1639), tallada en 1611, que procesiona por Sevilla en la Madrugá, quizás una de las noches más hermosas de Sevilla, ciudad ideal para alojarse en unos apartamentos turísticos de calidad; la Virgen de la Presentación y San Juan Evangelista.

Del primitivo templo gótico-mudéjar se conserva la capilla del Dulce Nombre de Jesús donde puede verse la obra de Pedro Roldán que simboliza el descendimiento de Cristo de la cruz por manos de los Santos Barones mientras la Virgen, San Juan y las dos Marías esperan abajo para envolver su cuerpo con una sábana. La capilla es una pequeña pinacoteca en la que destacan las obras de Valdés Leal (1622-1690). Notable e interesante es también la decoración pictórica mudéjar de las bóvedas.

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