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ACTIVIDADES EN SEVILLA PARA DISFRUTAR DEL DÍA DE TODOS LOS SANTOS

Un plan perfecto para esta festividad de Todos los Santos es visitar la capital de Andalucía y disfrutar de un apartamento turístico en Sevilla mientras participamos en algunas de las actividades que han especial este día en una ciudad plagada de maravillas. Maravillas como el triángulo Patrimonio de la Humanidad que conforman la catedral gótica más grande del mundo, siempre vigilada por su inseparable Giralda; el Alcázar, palacio real en uso más antiguo de Europa y donde nos sorprenderán sus jardines, con más de 500 especies llegadas desde los cinco continentes, y sus suntuosas estancias; y el Archivo de Indias, memoria de las posesiones españolas de ultramar.

O maravillas como la Torre del Oro, que mira imperturbable su reflejo en las aguas del río Guadalquivir, mientras en la otra orilla nos espera el barrio de Triana, cuna histórica de grandes marinos y artistas. O ese barrio de Santa Cruz, antigua judería de la ciudad y hasta donde llegamos desde nuestro apartamento en Sevilla dando un agradable paseo por el centro de la ciudad, que nos deja casi sin aliento al recorrer sus hermosas calles y plazas.

Y, no mucho más lejos de nuestro alojamiento en Sevilla, la Plaza de España, emblema de la Exposición Iberoamericana de 1929 y casi con toda seguridad la obra más conocida y reconocida del arquitecto sevillano Aníbal González. Y junto a ella, el Parque de María Luisa, antiguo jardín privado de los duques de Montpensier y hoy uno de los espacios verdes más queridos por los sevillanos.

Pero volviendo al día de Todos los Santos, nuestra primera opción puede ser desplazarnos desde nuestro apartamento en el centro de Sevilla hasta el Cementerio de San Fernando, un espacio donde podemos recrearnos con la belleza de algunas de sus tumbas más emblemáticas. Una de las más visitadas es la de Paquirri, coronado por una escultura de Víctor Ocho que representa al torero en actitud triunfante ante un toro imaginario.

Hay también varias en las que descansan conocidos artistas como Antonio Machín, Juanita Reina o Pastora María Pavón Cruz, más conocida como ‘La Niña de los Peines’. Algo más desconocidas, pero también de una gran belleza son la del pintos sevillano José Villegas Cordero, cuya obra puede contemplarse en el Museo de Bellas Artes, o la del escultor Antonio Susillo, cuyo restos descansan sobre la obra que lo condujo al suicidio, el Cristo de las Mieles. Pero quizás la obra escultórica más impresionante sea la del torero Joselito el Gallo, en la que se ve a varias personas trasportando a hombros su féretro.

Otra de las opciones es ‘viajar’ al siglo XVI, más en concreto a la Sevilla de 1545, en los últimos años del reinado del emperador Carlos V, para adentrarnos en el barrio de Santa Cruz, cercano a nuestro cómodo alojamiento en Sevilla, y revivir las andanzas de don Juan Tenorio y sus amores con doña Inés.

En esas calles y plazas se reúnen cada año cientos de curiosos para disfrutar de los diferentes espectáculos musicales y teatrales que se representan durante esa noche y hacer un recorrido por algunos de los lugares más emblemáticos de la obra teatral, como la Hostería del Laurel o las plazas de los Refinadores y de Santa Marta, lugar en el que suele entonarse versos a la luz de la luna.

Volvemos al cementerio, al que habremos de desplazarnos en coche o en transporte público desde nuestro apartamento para toda la familia en Sevilla, y a la obra de José Zorrilla para participar, en una actividad que se prolongará hasta el 11 de diciembre, en la visita teatralizada ‘Don Juan Tenorio en el cementerio de San Fernando’. Una tradición que cada año reúne a un mayor número de personas que desean dejarse atrapar por una experiencia única.

Y para los más golosos, nada mejor que pasear por el casco histórico de la ciudad y, antes de regresar a nuestro alojamiento en Sevilla, pasarnos por algunas de las muchas pastelerías que nos encontraremos y probar unos deliciosos buñuelos o unos huesos de santo, dos dulces típicos de estas fechas. La historia de los buñuelos se remonta al siglo X, cuando los judíos celebraban la Janucá (festividad que conmemora la reedificación del Segundo Templo de Jerusalén y la rebelión de los macabeos contra el Imperio seléucida) degustando unos dulces llamados ‘bimuelos’, tradición que terminaría adaptando el cristianismo. Los huesos de santo, postre apariencia cilíndrica que lleva mazapán en su exterior y crema en el interior, reciben este nombre por su color blanco hueso. También son típicas en este tiempo las castañas asadas, que pueden comprarse por las calles a un buen número de vendedores ambulantes.

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