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VISITA AL ANTIGUO MONASTERIO DE LA CARTUJA DE SANTA MARÍA DE LAS CUEVAS (II)

En el último artículo iniciamos un recorrido por el Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, uno de los espacios emblemáticos de la capital de Andalucía, donde contamos con apartamentos turísticos en el centro de Sevilla. Un lugar que fue espacio de adoración cristiana, prisión, fábrica de loza, sede del Pabellón real durante la Exposición Universal de 1992 y que hoy acoge el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.

La construcción, a no mucha distancia a pie de nuestro alojamiento en Sevilla, sigue los cánones del modelo habitual de los cartujos, con las oficinas, almacenes y bodegas situados en la zona sur, y en el norte las habitaciones de los monjes, además de contar con huertas y un cercado que la rodeaba y que solo tenía dos puertas, una principal que daba la campo, y otra secundaria que miraba al río. El Monasterio estaba constituido como una pequeña ciudad, con un asentamiento extramuros habitado por sirvientes y trabajadores.

La Cartuja, rodeada de amplios jardines y situada muy cerca de nuestro apartamento en Sevilla, merece la pena ser visitada. Entre los espacios que podemos ver, además de la interesante exposición de arte contemporáneo, están algunas capillas y claustros que aún guardan parte del esplendor que tuvieron en otro tiempo, aunque han perdido parte de su policromía. Merece la pena levantar de vez en cuando la vista para apreciar los bonitos trabajos de yesería de sus techos. Una de las capillas albergó la sepultura de Colón, siendo la mejor conservada la que contiene los sepulcros de Perafán de Ribera y su familia.

También merece la pena pasear, antes de regresar a nuestro alojamiento de calidad en Sevilla, por el jardín de Cristóbal Colón, dónde, muy cerca de la estatura del navegante, encontramos un magnífico ‘Ombú’, planta herbácea similar a un árbol procedente de América que está presente en la ciudad desde el siglo XVI. Durante el paseo disfrutamos de la presencia de diferentes árboles frutales, de un mirador sobre el río, norias, albercas y las capillas de Santa Justa y Santa Rufina, de estilo mudéjar, y de Santa Ana, de estilo neogótico.

La portada principal, de estilo barroco, consta de dos cuerpos y un pequeño ático y fue diseñada y ejecutada a mediados del siglo XVIII, mientras que la situada frente al río está rematada por multitud de pináculos vidriados y decorada con azulejos de los siglos XVII y XVIII. Del antiguo edificio resta hoy un claustro -el claustrillo- en torno al cual se disponen la iglesia, el refectorio, la Capilla de Santa María Magdalena, la Capilla del Capítulo y la Capilla de Santa Ana.

El claustrillo fue construido en 1454 y es una de las piezas más bellas de la Cartuja. Consta de una galería, cubierta por artesonado, apoyada sobre arcos de gran peralte que apean en esbeltas columnas de mármol y acampanados capiteles, excepto en los flancos, que se refuerzan disponiendo pilares de ladrillo también con capiteles. Tras el zaguán de la puerta principal se abre el patio del Ave María o de las Cadenas, un gran patio que se extiende hasta el atrio de la iglesia. Aquí se abre la portada de las Cadenas, construcción del siglo XV conformada por dos arcos góticos apuntados que delimitan un vestíbulo abovedado.

Desde esta antesala se pasa a un pequeño atrio, que distribuye la mansión de los Pickman a la derecha, la celda prioral, a la izquierda, y la iglesia, situada al frente. La casa de dos plantas en torno a un pequeño patio central de los marqueses fue levantada hacia 1870 para vivienda habitual. La celda prioral constaba de una gran casa de dos plantas con patio central cuadrado de estilo renacentista, con galerías de arcos de medio punto en la primera y rebajados en la segunda, ambos sobre columnas de mármol. Aquí se encontraban la residencia del prior, habitaciones para la servidumbre, dormitorios para visitantes ilustres, oratorio, cárcel y biblioteca.

Fuera de este lugar, y antes de regresar a nuestro alojamiento en el centro de Sevilla, podemos acercarnos a conocer el triángulo Patrimonio de la Humanidad que conforman la catedral, el templo gótico más grande del mundo, vigilado siempre desde las alturas por uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, la Giralda, antes minarte musulmán y hoy campanario cristiano; el Alcázar, palacio real en uso más antiguo de Europa y visitarlo es dejarse sorprender por sus suntuosas y bellas estancias y por unos jardines que albergan especies vegetales llegadas desde los cinco continentes; y el Archivo de Indias, memoria viva de los dominios españoles de ultramar en aquella España en la que no se ponía el sol.

Al ladito de nuestro alojamiento para toda la familia en Sevilla están también el barrio de Santa Cruz, antigua judería de la ciudad; la Torre del Oro, otro de los símbolos de la ciudad; el Parque de María Luisa, en el pasado jardín privado de los duques de Montpensier y hoy lugar de encuentro y paseo de los sevillanos; o la Plaza de España, con sus bancos de azulejos representando a todas las provincias españolas y símbolo indiscutible de la Exposición Iberoamericana de 1929 y obra principal del gran arquitecto sevillano Aníbal González. O podemos también cruzar a la otra orilla del río y visitar el marinero y artístico barrio de Triana.

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